Cada año se celebra la llegada de la Primavera en Rumanía con la fiesta del Mărţişor. El 1 de marzo se anticipa la llegada de la nueva estación con una de las fiestas más características del país.

El Mărţişorul es una de las fiestas ancestrales de Rumanía y está relacionada con el cambio de estación y por extensión con los ciclos de fertilidad de la tierra, celebraciones que todas las culturas del mundo festejan desde tiempos inmemoriales.
La llegada de la primavera y la mejora del clima alegran a la gente, especialmente en los lugares donde el invierno ha sido duro y las nieves ya empiezan a derretirse.
Durante el mărţişor una de las tradiciones es que el 1 de marzo los hombres regales a las mujeres (en Moldavia y Bucovina es a la inversa) un simbólico mărţişor, que viene a ser un cordón con dos extensiones de hilo, una de color roja y otra blanca, simbolizando la dualidad entre invierno (malo) y primavera (bueno). Otra interpretación asigna el color rojo a la mujer, símbolo de la fertilidad y la sangre, mientras que el blanco se interpretaría como la transparencia de las aguas, el color de las nubes y la sabiduría de los hombres. En definitiva la entente entre hombre y mujer que supone el comienzo del ciclo de la vida.
El martisor según la creencia sirve de amuleto y por eso también se entregaba a los niños atado a una moneda de oro o plata, que debían llevarlo alrededor del cuello doce días, luego en el pelo hasta que florezcan los árboles. Posteriormente el cordón se ataba en el árbol y con la moneda los niños compraban queso fresco para estar sanos y fuertes.
El nombre de mărţişor proviene de martie, marzo en rumano) y aunque no hay constancia escrita parece que las poblaciones de los Getas que vivieron en territorio de la actual Rumanía pudieron celebrarlo ya en ese tiempo, tal y como demuestran restos arqueológicos de varios amuletos. Por otro lado, los romanos tanto romanos como tracios también parece que honraban a los dioses Marte y Marsyas Silen respectivamente, e incluso las mujeres dacias se adornaban con hilos rojos y blancos que escenificaban la dualidad.
Actualmente el mărţişor es una fiesta muy viva y los «amuletos» siguen patrones clásicos o con innovaciones artísticas de todos los gustos y precios.
Por otro lado en otros países cercanos como Bulgaria se lleva a cabo una fiesta con las mismas raíces, la Martenitsa.